Blogia
................. puntos de inflexión ...

*/ Kafka, cartero de muñecas ...

<strong><font size=4>*/ Kafka, cartero de muñecas ...</strong></font>

Steglitz, parque de Berlín donde transcurre esta historia

_______________________________________________________________

 

 

   

 

En la novela "Brooklyn Follies" Paul Auster da cuenta de una historia, que asegura que es verídica ,en la que el escritor Franz Kafka se convierte durante tres semanas en el cartero de una muñeca con el fin de consolar a una niña. Resulta esto curioso ya que en sus obras los protagonistas siempre se enfrentan a un mundo incomprensible, opresivo, complejo, extraño, confuso, ecléptico, en situaciones basadas en normas desconocidas, normas absurdas que no llegan a entender, haciéndoles sentirse desprotegidos, impotentes... vulnerables. ¿Quién no ha utilizado el adjetivo "kafkiano" en alguna situación de su vida?...

"No hay coincidencia de pareceres sobre los más que probables trastornos psicológicos de Kafka. En sus cuadernos íntimos él habla de "demonios", "derrumbamiento", "embates", "desamparo", "persecución", "soledad", "asalto a las últimas fronteras terrenales", "agobiante observación de uno mismo" y muchas otras expresiones más que aluden a un mundo oscuro, desconcertante y desconocido. La interpretación médica que se haga de estos pasajes no dejará de ser arriesgada y sobre todo simplificadora. Kafka fue un ser atormentado y complejo, pero también, a su manera, gozó de la vida con una intensidad fuera de lo común...  Y como curiosidad: En ocasiones usaba el pseudónimo de "yerba amarga", supuestamente los días de mayor hastío o desazón". (Wikipedia).

Pues bien, el creador de "mundos incomprensibles y agobiantes" es capaz de dedicar sus útimos días a escribir las cartas de una muñeca a su desconsolada niña a la que ha abandonado. Como remate absurdo de esta historia, dándole su toque kafkiano... se supone que los borradores de estas cartas podrían haber formado parte del legado de Kafka que fue confiscado por la Gestapo.

 

 

 

Paul Auster

en "Brooklyn Follies"

 

 

 

...

- Vale. Cuéntame ya esa historia.

- De acuerdo. Esa historia. La historia de la muñeca... Estabamos en el último año de la vida de Kafka, que se ha enamorado de Dora Diamant, una chica polaca de diecinueve o veinte años de familia hasídica que se ha fugado de casa y ahora vive en Berlin. Tiene la mitad de años que él, pero es quien le infunde valor para salir de Praga, algo que Kafka desea hacer desde hace mucho, y se convierte en la primera y única  mujer con quien Kafka vivirá jamás. Llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere en la primavera siguiente, pero esos últimos meses son problabemente los más felices de su vida. A pesar de su deteriorada salud. Apesar de las condiciones sociales de Berlín: escasez de alimentos, disturbios políticos, la peor inflación de la historia de Alemanía. Pese a ser consciente de que tiene los días contados...

Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de veces, Dora lo acompaña. Un día, se encuentran con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca ha salido de viaje", le dice. “¿Y tú cómo lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. “¿Tienes ahí la carta?”, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?

Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve cómo se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.

Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires, y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.

Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas... ¡Tres semanas! Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce a otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la mueca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, sin no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.

Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen esas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.

 

 

 

 

__________

2 comentarios

Anónimo -

Las historias nos hacen vivir, sobre todo las historias que nos devuelven a la realidad.
Nos hacen falta cuentos para entender la vida.

A todos nos hace falta un Kafaka que nos cuente cosas.
¿Por qué si no pasamos por aqui?

Un saludo.

Mia -

qué dicha un kafka

que nos brinde tal

consuelo

mientras el tiempo

va sanando...

excelente,como siempre

besos