
El musulmán vive, y aun duerme, orientado hacia la Meca, a donde ha de volver la cara para rezar, cinco veces al día. Pero las mezquitas de al-Andalus, incluida la de Córdoba, empezaron por mirar hacia el Sur, porque la dinastía omeya reinante conservó la orientación de las mezquitas de su tierra de origen, Siria. Al sur da el muro sagrado (quibla) en cuyo centro (el centro, antes de la ampliación de Almanzor) quedaba el mihrab, el pequeño espacio donde se conservaba el Corán para ser leído a los fieles.
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