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................. puntos de inflexión ...

*/ El país de los cuentacuentos ...

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El país de los cuentacuentos
Dario Fo
Edit. Seix Barral

 

Prólogo
La historia que os propongo no es la de mi vida como actor, autor y director, sino más bien un fragmento de mi infancia. En realidad, es sólo su principio: el prólogo de mi aventura a partir de un tiempo en el que jamás se me habría pasado por la cabeza que mi oficio definitivo sería el de cómico.
Recuerdo que Bruno Bettelheim, autor de una revolucionaria teoría sobre la formación caracteriológica e intelectiva del individuo, decía: “De un hombre me bastan sus primeros siete años de vida, el resto os lo podeís quedar”.
Yo he querido pasarme: os ofrezco diez años, más algunas entregas hacia la madurez... ¡Creezme, basta y sobra!

.........(y el primer capítulo comienza así... para que os hagaís una idea...)

Descubro que dios es también el jefe supremo de los ferrocarriles del estado.
Todo depende de donde has nacido, decía un gran sabio. Y, en lo que a mi respecta, tal vez el sabio diera en el clavo.
Para empezar, debo agradecer a mi madre que eligiera parirme en San Giano, junto al Lago Maggiore. Extraña metamorfosis de un nombre: Giano, Jano bifrote, antoguo dios romano, que se transforma en un santo cristiano completamente inventado, y además, presunto protector de los fabuladores-cómicos. En realidad no fue mi madre la que aligió, sino los Ferrocarriles del Estado, que decidieron enviar a mi padre en comisión de servicios a esa estación. La parada de San Giano era tan poco importante, que a menudo los maquinistas pasaban de largo sin darse cuenta. Hasta que un día un viajero, harto de que siempre lo dejaran en la siguiente parada, tocó la alarma. El tren se detuvo tras un largo frenazo, justo en la mitad de un túnel. Un “mercancías” que lo seguía se estampó contra el tren parado. No hubo muertos de milagro. Sólo un herido grave, el pasajero que había tirado de la alarma: al pobre desdichado lo molieron a palos todos los otros viajeros, incluida una monja.
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Dario Fo. Nacio en Sangiano, Varese, en 1926. Fundador del colectivo teatral Nouva Scena y luego de La Comuna (1970). Dramaturgo, actor y director, entre sus títulos más sobresalientes figuran “Muerte accidental de un anarquista”, “El papa y la bruja”, “Aquí no paga nadie”. En 1997 obtuvo el premio Nobel de Literatura.
 

 

* Comentario I :
Ya sabemos aquello de "traductore traditore” que hace que nos fiemos más bien poco de algunas traducciones, y aquí resulta que a uno le da por fijarse en el título original y se encuentra con que exactamente es:
Il paese dei mezaràt
Il miei primi sette anni (e qualcuno in più)

Y el traductor “olvidándose” de que dice exactamente siete años, y así Fo lo hace constar y lo explica en la cita de Bruno Bettelheim en el prólogo... siete...
El traductor (traidor) no sé porque oculto motivo decide traducir el título como:
El país de los cuentacuentos
Mis primeros años de vida (y alguno más)

Pues bien los primeros años de vida fundamentales son los siete que nos dice Bettelheim... y los algunos más son hasta los diez que nos regala Fo.
"Traductore traditore”... si ya en el título no eres fiel y me haces trampas... cuantas otras nos meterás en el resto...

 

* Comentario II :
Acierto del bueno el de la foto de Bettmann de la portada. Desgraciadamente no la he encontrado en un tamaño mayor para colocarla, pero en compensación aquí va otra foto (conocidísima) de Bettmann para que os hagaís una idea.





* Comentario III :
Dario Fo tiene un gran recuerdo... fue su obra “Muerte accidental de un anarquista” la primera que ví en un teatro “de verdad”... siendo unos polluelos un amigo y yo nos sacamos unas entradas de delantera de anfiteatro del Teatro Principal, rodeados de jovenes y maduros intelectuales. Los dos nos pasamos la obra hipnotizados, agarrados con las dos manos a la barandilla del anfiteatro, como si estariamos metidos en un fregado importante, algún ritual iniciático de paso a la madurez o algo de ese estilo... Mi amigo de vez en cuando miraba hacia atrás para ver al resto del público del anfiteatro, yo ni me atrevía, y a mitad función me desveló su secreto... “Joder tio... si somos los únicos que no tenemos barba” y no hacía mas que pasarse la mano por el mentón para ver si pinchaba algo... Después de la función buscamos al resto de la cuadrilla por Lo Viejo y nos presentamos ante ellos fumando... como se debe de hacer después de “la primera vez”, como si hubiesemos de algún modo crecido... y no nos podían creer que ese "puto tostón del teatro", como ellos lo calificaban entonces, nos podiamos haber podido reir como nos reimos...
También Dario Fo será el autor del que más obras de teatro habré visto... el que más cuentos me ha contado... pues gracias... el Nobel para ti.




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