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................. puntos de inflexión ...

*/ Sábanas ...

<strong><font size=4>*/ Sábanas ...</strong></font>

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Te lo confieso; sé leer sábanas. Sí… como lo oyes. Así como algunos lo hacen con los posos de las tazas de té, o como se hace con las palmas de la mano, con el tiempo, confieso, que he aprendido a leer las arrugas de las sábanas de la cama: Ese diario secreto que esculpimos con nuestro cuerpo por las noches, ese extraño e inconsciente jeroglífico que grabamos en tela, ese testimonio de nuestras horas de vida que pasamos en otro lugar en otro tiempo. Todo ese tiempo en que estamos físicamente juntos pero no estamos en ningún sitio... (¿Adonde vamos que siempre volvemos?) ...

Descifrar una sábana es fácil... Como todo es saber mirar. Donde y como mirar. Vemos sólo lo que sabemos ver. No ve el que no sabe buscar, no encuentra el que no sabe mirar, no entiende el que no quiere comprender. Pero es fácil y, aunque autodidacta, conozco el modo.

Mientras te duchas, leo la cama. Abro la ventana para que la luz oblicua del amanecer intensifique los signos, remarque con contraste de claroscuro los pliegues.

La cama se abre con el cuidado con que se abre un periódico con el café del desayuno. Como se abre un libro sin título en la portada. Como se abre la puerta de un desván. Se abre... con el mismo cuidado que una frase sincera con interrogación.

Descifro a escondidas tus rastros. Sé como hacerlo con precisión. Conozco los pasos y voy por partes, como si fuese una autopsia. Una autopsia en la que bajo la sábana no hay cadáver, sólo una sábana sobre la que un cuerpo ha resucitado.

Así, en la zona de los pies esculpes los desasosiegos del día anterior, las turbulencias de los estados de ánimo del ayer, los problemas que resolverías a patadas, todo lo molesto que rechazas, arrojas al suelo y pisas. Por eso miro por la ventana y sonrío, como el que entiende que algo va bien, cuando veo que, como casi siempre, no has movido los pies en toda la noche.

En la zona de las rodillas leo tus firmes decisiones, todo aquello por lo que no te arrodillarías y todo aquello por lo que serías altruistamente capaz de doblarlas. Tus pasos más firmes y tus tropiezos. Y donde también se reflejan las dudas, los miedos, la angustia… ese pánico que aveces hace que nos tiemblen las piernas.

A la altura de tus muslos y caderas descifro los húmedos vaivenes del deseo. El acompasado ritmo del placer, las vibraciones de la piel. El calor del instinto. Todo eso que se altera cuando te agarro por la cintura. Es ahí donde guardas la satisfacción y la gratificación del cuerpo, y es ahí donde se escriben los sueños jadeantes, la infidelidad de una fantasía salvaje, los romances efímeros que se desvanecen al amanecer.

En la zona de tu pecho interpreto tus sentimientos. Lo que te hace latir, lo que te hace palpitar. Lo que te hace respirar, lo que te corta la respiración. Lo que te hace sonreír, lo que te hace sollozar. Lo que te hace suspirar y lo que te ablanda el corazón. Ahí encuentro arrugas de cariño, arrugas hechas con amor. Arrugas de todo lo bueno que se agita en tu pecho.

En la almohada me vale con encontrar la huella de tu sonrisa. Esa simple curva por la que merece la pena vivir. Y más arriba están los huecos apagados de tus ojos, como un negativo de tu mirada, guardando el color para que más tarde tus ojos se confundan con el cielo.

Y por último, bajo la almohada estudio lo que han escrito tus manos. Interpreto tus sueños y espero encontrar que con un dedo hayas escrito en arrugas mi nombre.

Finalmente, paso la mano por tu escrito. Aliso con la mano la sábana. Borro la pizarra. Cierro el libro. Hago la cama.

Para cuando sales de la ducha, he borrado tus secretos, tienes el desayuno ya en la mesa. Las sábanas también han dejado arrugas en tu cara, pero no las quiero leer, y te sonrío como a una desconocida, como la primera vez, como si apenas te conociese. Tengo todo el día para saber de ti. Otro día para conocerte. Para descubrir a cada instante lo que mañana... leeré en las sábanas.

 

     

 

  

  

 

 

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3 comentarios

Anónimo -

¡¡¡ Qué relindo !!!

mia -

...y pensar que en Holanda como en muchos sitios del norte,ya no se llevan sabanas ni poemas..ya no!
Ya no se llevan!
Abrazo de
Mia

Carla -

Genial y precioso.
Me alegro que de vez en cuando pongas textos de este tipo.
En la linea de

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Que son ya "un clásico" en tu página.

Es un placer.
Cada vez que me levante voy a mirar mi cama de otro modo a partir de ahora.
Gracias.