La realidad de la que podemos hablar jamás es la realidad en sí, sino una realidad sabida o incluso, en muchos casos, una realidad configurada por nosotros mismos ...
En el primer mundo, si te duele algo hay pastillas para mitigar casi cualquier dolor. Pero... ¿qué pasa si lo que te duele es el dolor ajeno, el dolor de los que no tienen pastillas para curar su sufrimiento?
¿No es genial, que nosotros que tenemos pastillas de casi todo, podamos tomarnos una para calmar el dolor de los que no tienen?
Indicaciones:
Las pastillas contra el dolor ajeno son indicadas para el tratamiento sintomático de dolor ajeno de intensidad alta, leve o moderada. El principio activo de las pastillas contra el dolor ajeno es el amor. Este principio es parte de un gesto humanitario que actúa directamente en las zonas más necesitadas y su fin es ayudar a aquellos que lo necesitan.
¿Cuánto dolor ajeno sufres?
Si decides colaborar en esta causa, es porque seguramente sufres de dolor ajeno, una dolencia que afecta, de forma casi endémica, al mundo desarrollado. Si sientes molestias, irritabilidad, sensibilidad... ante el sufrimiento de los enfermos más desfavorecidos, puede que estés contagiado.
Dosificación:
Ya seas anciano, adulto o niño, cuantas más pastillas consumas, más ayudarás a los enfermos olvidados. Comparte ese dolor ajeno con la gente que te rodea, ayúdanos a difundir el mensaje. Cuantas más personas estemos afectadas aquí, más enfermos recibirán tratamiento allí.
Caducidad:
Nunca es tarde para ayudar. Médicos Sin Fronteras cuenta con el apoyo de 3,8 millones de socios y colaboradores en todo el mundo, y más de 468.000 en España. Gracias a gente como tú, podemos decidir libremente dónde y cúando intervenir, en función de las necesidades humanitarias, y no de intereses políticos, económicos o militares.
Luis García Berlanga - Pastillas contra el dolor ajeno
de Médicos Sin Fronteras
Es un acto simbólico pero, a la vez, de gran impacto: comprando esta caja de caramelos -de venta exclusiva en farmacias- y al precio de sólo 1 euro estás colaborando en una campaña solidaria de ayuda a enfermos olvidados.
Estos son los cinco permisos inherentes a ser persona:
1. Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar a que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.
2. Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.
3. Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.
4. Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.
5. Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.